jueves, 29 de mayo de 2008

LA FINAL DE 1987

ACÁ EMPIEZA LA NUEVA SECCIÓN DE RECUERDOS, LA INAUGURO CON LA FINAL DE LA LIBERTADORES 87, CON EL GOL DE LA FIERA EN LA HORA, ESPERO QUE LES GUSTE, LA HISTORIA MANDA!!






La victoria en Montevideo obligó a definir la Libertadores en un tercer partido, en Santiago de Chile. Como el América había ganado por más goles en Colombia, un empate en la finalísima, luego del eventual alargue, le daba la copa. Si las dos finales anteriores habían sido tensas, esta superó todo. Se jugó mal, feo y a muerte. El primer tiempo terminó sin goles. A medida que transcurría el segundo, el América comenzó a jugarse al cero, que le daba la tan buscada y esquiva Copa Libertadores. Cabañas otra vez desplegó todo su arsenal de juego sucio y tretas: ya le había dejado un ojo negro a Aguirre y le había partido la boca a Gonçalves. Finalmente Herrera le ganó a viveza y se lo llevó con él: "La cosa ya estaba muy caldeada. Le di una patada bastante fuerte, de atrás, y él, cuando se caía, tiró las piernas para atrás como para tratar de pegarme. No me pegó pero yo me tiré como si me hubiera pegado. El juez nos echó a los dos. Él protestó mucho porque la verdad es que no había hecho tanto como para ser expulsado. Creo que salimos ganando porque él era muy importante para ellos.". Y vino el alargue. Con diez jugadores de cada lado, dos tiempos extras de 15 minutos.
Pasó el primero y todo seguía igual, sin goles. Ya pasaba también el último chico y los últimos minutos se convirtieron en una agonía. La voluntad de Peñarol fue obstaculizada una y otra vez de las maneras más insólitas. Cabañas, desde fuera del campo, tiraba pelotas a la cancha para frenar el juego; Trasante las devolvía hacia afuera. Un tiro de Villar pasó raspando el palo de Falcioni. Quedaban 90 segundos. Escribía el cronista de El Gráfico: "Esa acción había paralizado todos los corazones ante la inminencia del gol uruguayo. Miré instintivamente el reloj. Marcaba 13 minutos 49 segundos. A un minuto y medio del final ¿podrá repetirse una oportunidad semejante? Me lo pregunté y respondí que no. Que ya la suerte estaba echada. Que era el fin de un hermoso sueño acariciado por ese grupo humilde y altivo, bien uruguayo." Faltaba menos de un minuto. Los suplentes del América querían invadir la cancha para comenzar el festejo. Faltaban apenas 10 segundos y los hinchas colombianos comenzaron a corear, al compás de sus relatores, la cuenta regresiva: diez..., nueve..., ocho..., siete...
Diego Aguirre estaba al borde el área, cerca de Aponte, el zaguero colombiano, que ni bien comenzado el partido le había dado un golpe sin pelota que le dificultaba el movimiento del cuello. También tenía un moretón debajo del ojo derecho, la trompada de Cabañas. "Estabamos ya casi liquidados y faltaba nada y como que se iba a armar un lío ahí, me quedé al borde del área. Entonces cayó la pelota ahí".
Pereira había recogido una pelota y la sacó con toda la fuerza, hasta la mitad del campo colombiano. Uno la devolvió al círculo central, de cabeza. La pelearon un colombiano y Viera, la pelota se mantuvo en el aire y seguía en el aire cuando Da Silvala mandó altísima hacia la izquierda del campo del América. La volvieron a sacar de cabeza; Viera, una vez más de cabeza, volvió a rechazarla para Peñarol. Seis hombres había tocado la pelota sin dejarla caer al piso, durante diez largos segundos. De pronto Villar la mató con el empeine y se la dejó muerta a Diego Aguirre. La Fiera entró a la carrera, le salieron dos, pasó la pelota por un costado del defensa, la recogió por el otro.
Cuando los colombianos gritaban dos..., cuando ya se sentían campeones, cuando miles de hinchas de Peñarol se resignaban, cuando Dego Aguirre miraba el reloj del Estadio, cuando este marcaba 14 minutos y 58 segundos, en un esfuerzo supremo, con el último aliento, pegó el medio giro y supo que le pegaba con alma y vida al otro palo. Un zurdazo cruzado, implacable, terminó en la red. Ahora Aguirre corre y corre, corre por la pista de atletismo con los brazos abiertos. Corre solo, mirando a los costados, buscando a quién abrazar, pero cada uno es presa de su propia locura. Unos se abrazan, el Tito se agarra la cabeza, Da Silva putea a Falcioni que no se levanta del piso.
Los jugadores de Peñarol y América se agarran la cabeza y lloran por igual. Los del América porque se quieren morir. Los de Peñarol, por la alegría. El juez todavía descontó unos minutos, incluso Peñarol estuvo cerca de hacer otro gol. Cuando se terminó el partido, los jugadores del América quedaron tendidos en el suelo. Parecían los muertos de una batalla campal. Del lado de Peñarol, una cascada de gritos de victoria y abrazos llenaba el estadio. "No podía creerlo. ¡Éramos campeones! Nos habíamos metido en una historia de fenómenos y de monstruos. Solo Peñarol es capaz de hacer una cosa así", dice Gonçalves. "En el hotel, a la vuelta, salíamos a saludar al balcón y la gente se volvía loca, como si fuéramos el Papa", contó Herrera.
Otra vez el cuadro del pueblo salía a las calles a vivar a sus jugadores, y su enseña. Allí estaban los viejos hinchas y los jóvenes cadetes. Los que aplaudieron a Piendi, los que soñaron con Pepe Schiaffino, los que lloraron con Spencer, los que enronquecieron con Morena, los que tuvieron que apretarse el pecho para tratar de calmar el corazón que Diego Aguirre les sacaba del cuerpo.
"SÓLO PEÑAROL!, publicó El Día en la tapa. Un título que no era novedad, que tenía un siglo de historia felizmente repetida.

NOTA: TEXTO EXTRAÍDO DEL LIBRO "HISTORIA DE PEÑAROL" DE LUCIANO ÁLVAREZ.

1 comentarios:

EDUARDO dijo...

QUE PODEMOS DECIR LOS QUE FUIMOS TESTIGOS DIRECTOS DE ESA HAZAÑA, LA VERDAD QUE UNO SE QUEDA SIN PALABRAS. FUE ALGO ÉPICO, COMO MUCHAS CONQUISTAS URUGUAYAS , A PURO CORAZÓN, Y CORAJE.ME PARECE BÁRBARO ESTE HOMENAJE A ESE GRUPO HUMILDE DE JUGADORES Y CUERPO TÉCNICO, QUE NOS DIERON ESA SATISFACCIÓN.OJALÁ A LAS NUEVAS GENERACIONES LES SIRVA COMO GUÍA PARA EN EL FUTURO CONSEGUIR MAS CONQUISTAS¡ARRIBA PEÑAROL VIEJO Y PELUDO!